Desplazamos cuando nuestro ser se desvía, es decir, cuando se da fantasía incestuosa, hacia la sexualidad y el cuerpo lo detecta y avisa con dolor, y no solo el cuerpo, también el entorno, la sincronicidad avisa que el ser no está yendo por su camino.
El ser está en contacto con el inconsciente. El inconsciente no solo comunica lo reprimido de la fantasía incestuosa, también reprime lo que se niega del ser. El inconsciente guía al sujeto, a través de su discurso, de su cuerpo y de la sincronicidad con su entorno, que se manifiesta a través del discurso de los demás, hacia el sujeto, y de su percepción hacia el ambiente, y de los sonidos y los eventos sincronizados con lo que está haciendo o fantaseando cuando se desvía del ser.
El continuo desvío del ser, da paso a la compensación con el entorno, con el espacio, con los objetos y con los otros sujetos: se da una compensación que exacerba la patología. La fantasía se activa y el discurso se manifiesta en forma de amenaza al ser, de inconformidad del sujeto con sus acciones y sus fantasías incestuosas: el sujeto no lo sabe conscientemente, y lo sigue haciendo, hasta que se vuelve cuerpo o sincronicidad o ruptura o transformación en sus relaciones sociales o con el entorno.
Los pueblos tienen sus mecanismos de regulación social del ser que se desvía: peyote que purifica, cena de fin de año, ceremonias de muerte y resurrección, ceremonias que permiten que se realicen las fantasías incestuosas, como los carnavales o las orgías, que tienen un inicio y un final demarcado, para que el ser no se desvíe hacia la fantasía incestuosa. Se tienen dioses o arquetipos específicos que permiten que la fantasía incestuosa se realice: Baco, Dionisio, Escorpión, se trata de aquellos signos que permiten la realización de la fantasía, para poder purificarse posteriormente.
El entorno se va modificando y se va presentando conforme el ser se manifiesta o se desvía. La sincronicidad se va modificando de acuerdo a uno u otro. Es necesario purificarse, renacer, pero también tocar la realización de la fantasía incestuosa, es el sol que alcanza a Tezcalipoca. Se trata no de obedecer al ser, sino de sentirse pleno en él, de encontrar plenitud con él, de amar a través de él. El ser y el amor van de la mano. La fantasía incestuosa y el ser van en sentido opuesto, porque la fantasía incestuosa se orienta a tratar de cubrir una falta, una ausencia, la gran ausencia del espectro, del fantasma, ese inalcanzable. El ser no cubre la falta, el ser va en torno al objeto de amor, no a los otros tipos de objeto.
El ser se manifiesta, y hay que irlo, habituando para que pueda sustituir los hábitos que se recubrieron de afectos que los congelan en el tiempo y evitan el cambio y permiten la reproducción del sujeto como cuerpo simbólico. Son hábitos que van en torno al amor, aún así, es difícil renunciar al objeto que apunta hacia el deseo incestuoso, hay una especie de deseo que se ancló con afectos que a su vez, recubrieron los hábitos y conformaron un cuerpo simbólico. Es necesaria la Ley, el padre que permita seguir al ser y no perderse en la satisfacción narcisista del deseo incestuoso, es necesario el Padre para renunciar a Edipo, y seguir al ser. Hay que habituar al cuerpo para seguir al ser y estar en plenitud. Se requiere consciencia del ser y habituación para el ser, para poder renunciar al deseo incestuoso, y con ello, a los hábitos que llevan al sujeto a conformar un cuerpo simbólico que compensa el desvío del ser y que van en torno al deseo incestuoso: medicinas, enfermedad, vínculos que se dan de una manera, cierre de proyectos, fin de relaciones afectivas, no renuncia a adicciones. Se está en juego el ser y con ello, una nueva sincronicidad, un nuevo cuerpo simbólico, nuevas relaciones afectivas, nuevo discurso, amor, plenitud.
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